La sandía, también conocida como sindría o patilla, es una fruta ligera y baja en calorías que destaca por su sabor dulce y refrescante. Se come cruda y calma la sed. Estas frutas pesan entre 4 y 25 kilos y se componen sobre todo de pulpa roja, que puede tener semillas o no. La sandía destaca por ser rica en vitaminas del grupo B y en el antioxidante licopeno.
Usos culinarios:
La sandía, que se come cruda durante el verano, es refrescante y baja en calorías. Además, si la preparamos en forma de licuado o batido, también nos ayuda a calmar la sed. La sandía resulta deliciosa si se añade a mueslis, ponches o ensaladas de frutas, pero también si se emplea para preparar púdines o mermeladas. Asimismo, se utiliza para elaborar ricos helados y sorbetes. Si el jugo de sandía se cuece, el sirope resultante se puede usar para preparar bebidas o para endulzar y refinar cremas.
Adquisición:
A la hora de adquirir una sandía, es importante asegurarse de que el grado de maduración sea el correcto, ya que se trata de una fruta que apenas madura después de la recolección. A diferencia del melón amarillo canario, las sandías maduras no desprenden ningún olor. Las manchas amarillas en la cáscara indican que la sandía ha alcanzado su plena madurez al sol. La cáscara debe estar firme y no ceder a la presión de los dedos. Si se da un golpe seco con la palma de la mano, las sandías maduras vibran mientras emiten el sonido. El grado de madurez de una sandía cortada se aprecia por el intenso color de la pulpa y por la pequeña cantidad de pulpa blanca bajo la cáscara.1
Conservación:
Las sandías frescas se pueden almacenar durante dos o tres semanas a una temperatura de 12-15 °C, con una humedad relativa del aire de entre el 85 y el 90 %. La pulpa de la fruta pierde color por debajo de los 10 °C, por lo que la sandía no debe guardarse en la nevera. Para evitar o retrasar que la sandía se reblandezca o que adquiera una textura harinosa, es importante no guardarla con frutas maduras como manzanas, plátanos o kiwis, ya que la sandía es muy sensible al etileno, una hormona que favorece la maduración.1 La sandía cortada enseguida se echa a perder, por lo que lo mejor es comerla el mismo día si es posible.
La pulpa de las sandías es pobre en ácidos, lo que la convierte en el caldo de cultivo ideal para la aparición de microorganismos como la salmonela, la listeria o la EHEC. Para prevenir infecciones, se aconseja no tardar mucho en consumirla una vez cortada o refrigerarla. Si ha estado varias horas sin refrigerar, el Instituto Federal de Evaluación de Riesgos alemán recomienda desecharla. Las personas embarazadas o enfermas y los niños deben evitar su consumo si la sandía se ha almacenado a temperatura ambiente durante varias horas.2
Composición:
La pulpa de las sandías es muy jugosa, ya que se compone en un 90 % por agua y en un 8-13 % de azúcar. En lo que respecta a los minerales, la sandía apenas tiene nada que ofrecer. Sin embargo, sí que merece la pena destacar la cantidad de vitaminas del grupo B y carotenoides que contiene, así como el porcentaje del antioxidante licopeno, que es el responsable de su color rojo. El aroma de las sandías lo constituye la interacción de más de 70 compuestos volátiles.3,1
Aspectos relacionados con la salud:
Las sandías son diuréticas y nos ayudan a limpiar el riñón.1
Origen:
Originalmente, las variedades silvestres de sandía procedían de las zonas tropicales de África occidental . Esta planta, relativamente tolerante a la sequía, está muy extendida en África central y prefiere lugares cálidos, soleados y secos con suelos fértiles y arenosos. Hoy en día, sus variedades se cultivan en las zonas tropicales y subtropicales de todo el mundo. Las sandías tienden a crecer silvestres, lo que explica las sandías silvestres que se pueden encontrar sobre todo en Madagascar y Australia, pero también en zonas de Europa en las que el clima es cálido. Distinguimos dos variedades dentro de la especie: Citrullus lanatus var. lanatus (cultivada) y Citrullus lanatus var. Citroides (silvestre).4
Cultivo, recolección:
En función del tipo y de las condiciones climáticas, las sandías necesitan entre 60 y 90 días hasta alcanzar la madurez.1 Las sandías cultivadas pueden llegar a pesar hasta 100 kilos, pero normalmente las encontramos de entre 4 y 25 kilos. El uso de híbridos nos ha permitido conseguir frutos sin semillas.4 En Europa del sur (España) y Europa central (Alemania), podemos encontrar sandías en los comercios entre los meses de mayo y septiembre. Estas proceden, principalmente, de España, Italia, Grecia, Israel y Hungría. Pese a todo, durante el invierno podemos encontrar sandías importadas de América Central y Brasil.3
Información general:
La sandía (Citrullus lanatus), cuya forma silvestre también se conoce como tsamma, es un cultivo originario de África. Hoy en día, se cultiva en todas las regiones cálidas del planeta. Pertenece a la familia de las Cucurbitaceae junto con el pepino y el calabacín. Lo habitual es que la pulpa de la sandía sea roja, pero también hay variedades con la pulpa verde, amarilla, blanca o naranja. De igual manera, las semillas pueden ser distintos colores (negras, marrones, rojas, verdes, blancas), formas y tamaños. En las zonas hispanohablantes, la sandía también se conoce como sindria, patilla, aguamelón o melón de agua.5
Fuentes:
- BLE. Wassermelonen, ble.de - ObstGemuese/Flyer/Wassermelonen
- BfR. Melonen können krankmachende Keime übertragen, bfr.bund.de
- Apothekenumschau. Wassermelone: Kalorienarmer Durstlöscher, apotheken-umschau.de/Wassermelone
- Wikipedia. Wassermelone, de.wikipedia.org/wiki/Wassermelone
- Wikipedia. Sandía, es.wikipedia.org/wiki/Citrullus_lanatus
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