Semillas de mostaza amarilla: aunque la mostaza amarilla a la que estamos acostumbrados tenga un sabor intenso, muy picante y con un ligero regusto a frutos secos, esto no sucede en las semillas de mostaza de buenas a primeras, ya que su característico sabor solo aparece una vez las hemos juntado con líquidos. Por lo tanto, el contacto con líquidos es un requisito indispensable para que se active la enzima mirosinasa, que es la que libera ese perceptible aroma picante.
Información general:
Del artículo de Wikipedia en español: «La mostaza blanca (Sinapis alba) es una planta anual de la familia de las Crucíferas. A veces se la conoce como Brassica alba, Brassica hirta o mostaza amarilla. Se la cultiva comercialmente por sus semillas de mostaza en prácticamente todo el mundo, siendo sin embargo originaria probablemente de la región mediterránea».
Composición:
«Las semillas son ricas en lípidos (en torno al 35 %) y contienen sinalbina, que es el tioglicósido responsable de su gusto acre y ligeramente picante. De ellas se extrae también un aceite para uso industrial y alimentario. De la mostaza blanca también se obtiene un aceite esencial volátil cuyo componente principal (el isociotianato) es más suave que el producido por las semillas de la mostaza negra (Brassica nigra), lo que le confiere también un aroma y sabor algo más suaves».
Usos:
«Las semillas de la mostaza blanca pueden usarse enteras para condimentar encurtidos y vinagretas, o tostadas para su uso en diferentes platos. Con ellas, se prepara el condimento que lleva el mismo nombre genérico de la planta, la mostaza. Una vez las semillas molidas y mezcladas con otros ingredientes, se obtiene una pasta que se puede usar tal cual (lo que sería la mostaza "original"), o incluso utilizarla como base para otros condimentos menos finos (mostaza "industrial")».
Conservación:
Como muchas otras especias, las semillas de mostaza deben conservarse una vez secas, ya que la humedad hace que desaparezca parte de su aroma y su sabor.
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