La compota de manzana, también conocida como puré de manzana, se prepara a partir de manzanas peladas o sin pelar. Según el tipo de preparación, la compota se endulza (azúcar o miel) o se especia (sobre todo con clavo o canela) antes de envasarse. No es necesario añadir ningún tipo de edulcorante si las manzanas están lo suficientemente maduras.
Elaboración:
«Para elaborar compota de manzana hay que retirar el corazón de las manzanas, pelarlas, cortarlas en trozos pequeños y cocerlas. En función de la variedad de manzana que se utilice, la pulpa puede llegar a deshacerse mucho durante la cocción y a variar su color desde el amarillo o el rosa hasta el marrón rojizo. La oxidación que producen los ácidos de la fruta, así como el color de la piel si no se retira, influyen en el color de la compota. La variedad que más se utiliza es la Boskoop, ya que se deshace muy bien y su alto contenido en ácidos aporta a la compota un color amarillento. Tras la cocción basta con pasar las manzanas cocidas por un pasapurés o una batidora de vaso y añadir azúcar y canela para refinar el sabor. A veces, también se añaden a la cocción pasas u otro tipo de frutas, como los albaricoques.
Otra opción es cocer las manzanas enteras y después utilizar un colador o un pasapurés para triturarlas *».
Usos:
«La compota de manzana se consume como postre sola o acompañada de arroz con leche. También se emplea como guarnición en guisos de patata o asados de carne y es un plato típico en las comidas navideñas alemanas *».
Datos de interés:
«La compota de manzana que se puede encontrar en los supermercados suele tener azúcar añadido. La compota pura y sin aditivos suele comercializarse con el nombre de “pasta de manzana” *».
Si se prepara en casa, un chorrito de zumo de limón puede retrasar la oxidación.
Nota: * = Traducción del artículo de Wikipedia en alemán.
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