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“Normales” son para nosotros nuestros hábitos alimenticios y nuestras enfermedades de la civilización usuales, no la adopción de un comportamiento saludable. Esto se considera como algo fuera de lugar, y solamente la actividad física se acepta como algo sano.

2.10. Efectos de amplio alcance: enfermedades óseas, renales, oculares y cerebrales (p. 229)

Campbell trata de hacernos reflexionar sobre los efectos de la dieta mencionando la impresionante variedad y cantidad de estudios que muestran la significante correlación entre alimentación vegetariana y salud por un lado, y, por el otro, entre productos de origen animal y enfermedades de la civilización.

Es cierto que con un único estudio puede defenderse prácticamente cualquier opinión, pero cuando miles de investigaciones científicas respaldan ampliamente la idea de que la alimentación vegetariana lleva a una mejor salud, entonces deberíamos prestar atención.

En el caso de la osteoporosis, nos demuestra que en las zonas en donde las personas consumen mayores cantidades de leche de vaca y derivados lácteos hay mayor incidencia de la enfermedad y viceversa. Por ejemplo, las mujeres norteamericanas de más de 50 años presentan las tasas más elevadas de fracturas de cadera del mundo. Algunos países de Europa, Australia y Nueva Zelanda superan estos niveles y ¡el de consumo de leche!

El papel predominante de la industria láctea

En la publicación de la Wikipedia alemana sobre osteoporosis de febrero de 2014, podemos intuir el papel predominante de la industria láctea:

Para la prevención de la osteoporosis, es decisiva una ingesta adecuada de calcio de aproximadamente 1 g/día (terapia básica de la Federación Central de Osteología Alemana, DVO; enlace en alemán). Un litro de leche o 100 gramos de queso de pasta dura contienen un gramo de calcio. Además de los lácteos (especialmente la leche y el yogur), las verduras de hoja verde como la col rizada o el brécol también son buenos suministradores de calcio. Los individuos que no consumen leche o queso deberían ingerir 800 mg de calcio en comprimidos.

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¡Es algo muy habitual de la Wikipedia en alemán! En la Wikipedia en idioma inglés no se hacen tales recomendaciones, ni tampoco en la española, y se desaconsejan los comprimidos de calcio.

En esta última podemos leer lo siguiente: El rol del calcio en prevenir y tratar la osteoporosis no está claro — algunas poblaciones con extremadamente bajas ingestas de calcio tienen bajas tasas de fractura ósea, y otros con mucha ingesta de calcio a través tanto de leche como de sus derivados tienen mucha fractura de huesos. Otros factores, como la ingesta de proteínas, sal, vitamina D, ejercicio, exposición al sol, también influyen en la mineralización ósea, haciendo de la ingesta de calcio, un factor entre muchos en el desarrollo de la osteoporosis. Algunos estudios muestran que una gran ingesta de vitamina D reduce el número de fracturas, sin embargo, otras investigaciones no han confirmado estas conclusiones, por lo que este aspecto del tratamiento es motivo de debate. (...)

El Dr. Thomas Colin Campbell, en su libro "El Estudio de China", aconseja consumir diversas clases de alimentos vegetarianos e integrales y evitar los de origen animal, incluidos los productos lácteos.

En la década de 1880 se sugirió que las proteínas de origen animal producían un exceso de ácido metabólico. Esto fue documentado en el año 1920. El cuerpo trata de mantener constante el pH de la sangre y combate el exceso de acidez utilizando el calcio para su neutralización. Este calcio lo extrae de las reservas que se encuentran en los huesos y los fragiliza enormemente.

Estudio

Este proceso también incrementa la cantidad de calcio que se pierde con la orina.

El autor menciona que, en los años 1974, 1981 y 1990, se publicaron resúmenes de dichos estudios que demuestran que un aumento en el consumo de proteínas de 35 a 78 g/día causa un alarmante incremento del 50 % de calcio en la orina.

Incluso el estudio financiado por el Centro Atkins constató dichas cifras.

En la página 234, Campbell incluye un ilustrativo gráfico sobre la relación entre el consumo de proteínas de origen animal, en comparación con las de origen vegetal, y las fracturas de cadera que se producen en diferentes países. La incidencia de estas fracturas, en 100'000 personas/año, se incrementa prácticamente de cero a 200 casos. Véase en este sentido la información sobre la dieta alcalina.

El autor comenta más adelante los estudios del profesor de Harvard, Mark Hegsted, y explica los mecanismos reguladores (proceso de regulación) entre el calcio y la vitamina D3 doblemente hidroxilada (1,25 (OH) ā‚‚Dā‚ƒ). Menciona cómo una ingesta excesiva y continuada de calcio puede alterar el funcionamiento de dichos mecanismos. Perder esta capacidad es una garantía de padecer osteoporosis, y a pesar de ello nuestros médicos continúan recomendando un elevado consumo de leche. A todo esto hay que añadir los perjuicios derivados de la elevada cantidad de fósforo.

Campbell destaca que en este gran circo de la investigación sobre la osteoporosis, existen algunos detalles endemoniadamente contradictorios que promueven la confusión y cita seis de estas afirmaciones. Pero concluye haciendo referencia a que los estudios realizados demuestran que una forma de predecir la osteoporosis es la proporción entre proteínas animales y vegetales que hay en nuestra dieta.

Nos ofrece, para finalizar, una serie de consejos sobre el ejercicio físico y la alimentación, y no hace referencia solamente a las proteínas de origen animal. Podemos ingerir el calcio a través de una amplia variedad de alimentos de origen vegetal. Y añade lo siguiente: Si prescindes de los hidratos de carbono refinados, como los cereales azucarados, el pan blanco, la pasta hecha con harina blanca y las golosinas, no deberías tener problemas de deficiencia de calcio.

Con estas indicaciones se refiere a las personas que siguen una dieta exclusivamente vegana o casi vegana. Menciona asimismo entre sus consejos que un consumo exagerado de sal también puede constituir un problema. (P. 238).

Los productos de origen animal suponen igualmente una carga adicional para los riñones

A continuación, Campbell señala que los productos de origen animal suponen igualmente una carga adicional para los riñones. Esto puede comprobarse perfectamente en los gráficos elaborados por el profesor W. G. Robertson del Consejo de Investigación Médica de Leeds, uno de los expertos más prestigiosos, a la cabeza de un equipo de investigación sobre la dieta y su relación con los cálculos renales. El gráfico más impactante es el que aparece en la página 240.

Los dos gráficos restantes muestran el efecto de la ingesta de proteínas animales sobre el calcio y el oxalato presentes en la orina.

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Sobre los oxalatos en la Wikipedia:

“Son tóxicos debido a que en presencia de iones de calcio forman el oxalato de calcio, una sal muy poco soluble. De esta manera, por una parte se elimina el calcio como elemento esencial del organismo, y por otra se cristaliza formando un cálculo que puede obstaculizar los conductos renales". (…)

"A los pacientes afectados de riñón se les recomienda una dieta pobre en oxalato (poco té, pocas espinacas o ruibarbo)”.

Otros alimentos con oxalatos son el chocolate, las nueces y el cacao en polvo.

El siguiente problema al que se refiere Campbell es el de las enfermedades oculares. La composición de nuestras comidas influye particularmente en las cataratas y en la degeneración macular. Se trata de dos enfermedades que afectan a millones de norteamericanos de la tercera edad.

Los antioxidantes presentes en las frutas y las verduras reducen considerablemente el riesgo de padecer esta enfermedad. El autor explica las relaciones entre la dieta y la enfermedad, y hace referencia a dos estudios concluyentes. Los hallazgos de los dos estudios sugirieron que si se consumieran los alimentos adecuados, se podría prevenir entre un 70 y un 88 % de la ceguera causada por la degeneración celular.

Las espinacas y la col rizada - ofrecían las que mayor protección

La cirugía de las cataratas se ha convertido en algo habitual entre nosotros a partir de los 70 años. Hoy en día no es algo especialmente grave, en cambio, la degeneración macular no tiene cura, evoluciona y lleva lentamente a una ceguera irreversible. El inicio de la enfermedad comienza con una mácula amarillenta en el centro de la retina, el área que proporciona la agudeza visual, y una pérdida progresiva de sus funciones.

En uno de los estudios colaboraron cinco centros oftalmológicos y se utilizó como grupo de ensayo a 356 personas, con edades comprendidas entre los 55 y los 80 años, a las que se les había diagnosticado una degeneración macular avanzada.

Los investigadores descubrieron que, de los alimentos estudiados –el brócoli, las zanahorias, las espinacas, la col rizada, las calabazas y los boniatos–, eran las espinacas y la col rizada las que mayor protección ofrecían.

En los participantes en el estudio que ingerían mayores cantidades de carotenoides se observó un 43 % menos de incidencia de la enfermedad que en aquellos que consumían pocas verduras.

La presencia de la enfermedad fue un 88 % menor en personas que consumían estas hortalizas verdes cinco veces por semana o más, en comparación con las que las tomaban menos de una vez al mes.

Las verduras con menos color fueron las que demostraron menores efectos, es decir, la familia de las coles, como el repollo, la coliflor y las coles de Bruselas.

En los análisis que se realizaron sobre el consumo de cinco carotenoides a través de la alimentación se demostró que las verduras de hoja de color verde muy oscuro eran las que tenían los efectos protectores más importantes. En contraste, los suplementos de algunas vitaminas, entre ellas el retinol (“vitamina A” preformada) y las vitaminas C y E, no revelaron tener un efecto favorable. (P. 244).

Un segundo estudio comparó un total de 421 pacientes aquejados de degeneración macular con 615 personas no enfermas. Se midieron los antioxidantes presentes en la sangre en lugar de los consumidos. Los resultados fueron similares. La disminución de la incidencia fue de un 65-70 %. Y se demostraron los efectos significativos de los carotenoides, no del selenio ni de determinadas vitaminas.

En relación con las cataratas, también se pudo demostrar que los individuos que consumían mayor cantidad de verduras de hoja de color verde muy oscuro tenían un 40 % menos de incidencia de la enfermedad. Las investigaciones fueron realizadas con 1'300 personas entre los años 1988 y 1998.

La luteína también parece desempeñar un papel importante, lo que parece lógico cuando sabemos que dicha sustancia química forma parte integral del tejido del cristalino. Igualmente resulta decisivo el carotenoide zeaxantina.

La incapacidad para recordar y pensar con la misma precisión que antes es un trastorno que llega lentamente con la edad. Sin embargo, algunas personas desarrollan una disfunción mental en forma de demencia que puede llegar a ser incluso una amenaza para la vida. Entre estas disfunciones se encuentran la demencia vascular, que se produce principalmente como consecuencia de múltiples pequeños derrames cerebrales, y el Alzheimer. La enfermedad de Alzheimer es cuatro veces más frecuente que la demencia vascular. En el Alzheimer, la sustancia proteica beta-amiloide se acumula en forma de placa en regiones esenciales del cerebro.

Alzheimer

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A lado de la predisposición genética, la Wikipedia alemana señala lo siguiente: “Además existen factores de riesgo relacionados con la alimentación, como los niveles de colesterol: con una falta de colesterol no se observa una formación in vitro de péptidos beta-amiloides. Probablemente esté relacionado con el hecho de que la producción de los péptidos Aβ se realiza exclusivamente en las balsas lipídicas de las membranas celulares y que estas se componen sobre todo de colesterol”.

“Según parece existen factores de riesgo adicionales. Numerosas sustancias farmacológicas incrementan la producción de los Aβ42 hasta niveles peligrosos in vitro y en ensayos sobre ratones. Los inhibidores específicos de la prostaglandina-endoperóxido-sintasa 2 y determinados isoprenoides resultan dudosos”.

Campbell continúa diciendo: La enfermedad de Alzheimer es extraordinariamente común. Se afirma que el 1 % de las personas a partir de sesenta y cinco años muestran signos de padecerla, una cifra que se duplica cada cinco años a partir de esa edad.

Los individuos con una disfunción cognitiva tienen un riesgo diez veces mayor de enfermar de Alzheimer, pero también desarrollan más enfermedades cardiovasculares, derrames cerebrales y diabetes de tipo 2. Los factores de riesgo son la hipertensión (tensión sanguínea alta) y un nivel elevado de colesterol en sangre.

Ambos se ven influenciados por la alimentación, al igual que sucede con el tercer factor de riesgo: los radicales libres.

Los productos de origen animal carecen de escudos antioxidantes y tienden a activar la producción de los radicales libres y el deterioro celular; en contraste, los alimentos vegetarianos ricos en antioxidantes tienden a prevenirlo. (P. 248).

En los diferentes estudios realizados en hijos de personas originarias de, por ejemplo, África o Japón, que abandonaron sus países y adoptaron nuestro estilo de vida, se ha podido demostrar que las condiciones de estos hábitos son más influyentes que la predisposición genética.

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\"El© CC-by 2.0, Dr. J. Park, USDA

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En la práctica se suelen realizar continuos estudios sobre determinados componentes nutricionales de forma aislada, como la vitamina E o los betacarotenos.

Se olvida que la naturaleza funciona como una gran orquesta en la que un único instrumento no puede actuar en solitario.

En algunos casos no puede evitarse, pero en otras circunstancias me parece que es poco inteligente y que tiene poca repercusión a nivel práctico.

El Estudio de Framingham menciona, por ejemplo, que por cada tres raciones adicionales de frutas y hortalizas consumidas a diario, el riesgo de derrame cerebral se reduce en un 22 %. El autor concluye que con un cambio radical en la dieta podría reducirse el riesgo casi en un 100 %. (P. 250).

Campbell se refiere también a numerosos estudios en los que se demostró, entro otros efectos, que un nivel bajo de homocisteína y un nivel elevado de ácido fólico también eran beneficiosos para reducir el riesgo de Alzheimer.

El autor termina comentando que muchas veces se encontraba con conocidos que lo tachaban de fanático de la salud y que le decían que ellos preferían disfrutar comiendo carne, fumando y haciendo lo que quisieran cuando así les apeteciera. Algunos de ellos ya han fallecido y a otros los tuvo que visitar más tarde en una residencia de ancianos, en cuanto a él, que ya es octogenario (nació en 1934), aún disfruta de las ventajas de la buena salud y de la autonomía física.

La guía de la buena nutrición

Campbell también menciona dos clásicas sentencias que se hicieron muy populares: A los estadounidenses les encanta la bazofia, es decir, les gusta todo lo que puede considerarse un sinsentido, y A los estadounidenses les gusta que hablen bien de sus malos hábitos. Si a los norteamericanos les agrada que alaben sus malas costumbres, parece que también nos está sucediendo a nosotros lo mismo en Europa.

Apenas una mínima parte de la información nutricional que llega a la conciencia del público está basada en la ciencia, y pagamos un precio muy alto por ello.

Un día se afirma que el aceite de oliva es muy perjudicial para la salud, al siguiente resulta que es bueno para el corazón. Un día se dice que los huevos terminarán por obstruir tus arterias, y luego que son una buena fuente de proteínas. Un día oyes que las patatas y el arroz son maravillosos, y otro que son la mayor amenaza para tu peso corporal. (P. 254).

Dieta Atkins y dieta South Beach

El autor pone de relieve los efectos perjudiciales de la dieta baja en carbohidratos de Atkins o la nueva dieta South Beach (enlace en inglés) del Dr. Arthur Agatston. Nos relata cómo le sorprendió descubrir en la carta de un restaurante, en la opción “baja en carbohidratos”, un plato de “pasta primavera” (enlace en inglés), es decir, una enorme porción de pasta con verduras, que prácticamente sólo contiene hidratos de carbono de los “malos” y unos pocos de los “buenos” procedentes de la verdura.

Esto demuestra lo grande que es la confusión que impera, cuando ni siquiera los cocineros saben distinguir entre los distintos nutrientes. La dieta South Beach es, en realidad, la alimentación habitual de los norteamericanos, que se vende con éxito como una dieta segura, pero que nos hace engordar y enfermar del corazón, destruye nuestros riñones, nos produce ceguera y nos conduce hacia el Alzheimer, el cáncer y muchos otros problemas médicos. Todo esto le recuerda que la población se está ahogando en una espantosa marea de información nutricional. (P. 254).

2.11. Comer bien: Ocho principios de los alimentos y la salud (p. 257)

Colin Campbell comienza este capítulo con 20 argumentos a favor de un estilo de vida saludable. ¿Qué persona con más de 50 años no desea parecer y sentirse más joven, tener más energía y evitar la impotencia todo el tiempo que sea posible? Pero con un mejor estilo de vida sin duda conseguiremos mucho más.

Los subtítulos de sus ocho principios básicos son los siguientes:

1. El todo es más que la suma de las partes.

La nutrición representa las actividades combinadas de innumerables sustancias alimenticias.

Nos explica la forma en que el cuerpo ingiere la alimentación, un proceso que comienza desde el momento en que introducimos un alimento en la boca. Por otro lado, incluye a modo de ejemplo un cuadro sobre los nutrientes presentes en las espinacas, entre estos, nueve vitaminas, ocho ácidos grasos y dieciocho aminoácidos, así como numerosos tipos de fitoesteroles o esteroles vegetales.

2. Los suplementos vitamínicos no son una panacea para la buena salud

Como la nutrición opera como un sistema bioquímico infinitamente complejo, en el que participan miles de sustancias químicas y se producen miles de efectos sobre tu salud, no tiene mucho sentido pensar que los nutrientes que se consumen por separado en forma de suplementos puedan sustituir a los alimentos integrales. Los suplementos alimenticios no contribuirán a una buena salud duradera y, por otra parte, pueden tener efectos secundarios no previstos. (P. 260).

No obstante, el interés suscitado por los suplementos nutricionales en las últimas décadas se ha convertido en un negocio gigantesco que proporciona oportunidades lucrativas para la desinformación. Cita, como ejemplo, una investigación a gran escala, realizada en 1994-1996, que demostró que los suplementos de betacaroteno no disminuían, tal y como se esperaba, el cáncer de pulmón, sino que lo incrementaba cuando se ingerían dichos suplementos durante un periodo de cuatro a ocho años.

3. Prácticamente, no existen nutrientes en los alimentos de origen animal que no puedan proporcionarnos las plantas de una forma más sana

El autor presenta un cuadro comparativo de la composición de nutrientes de los alimentos de origen vegetal y animal. En este cuadro, el lector puede comprobar la superioridad de los alimentos vegetales, con cerca de una décima parte de grasa y la misma cantidad de proteína y valores hasta diez veces mejores. La carne, por ejemplo, no contiene nada de fibra. Por otro lado, el autor menciona el problema de la vitamina B12 (cobalamina). El libro indica que las personas que siguen una dieta vegana pueden incorporar esta vitamina en forma de comprimidos o a través de la ingesta de alimentos enriquecidos. En función de la zona geográfica o el modo de vida, esto también sería aplicable a la vitamina D.

En este sentido, puede consultarse como referencia bibliográfica el artículo de Mozafar A. Enrichment of some B-vitamins in plants with application of organic fertilizers”, en Plant and Soil 167 (1994), p. 305-311.

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De todas maneras, en mi opinión el autor se equivoca cuando hace la siguiente afirmación: “La investigación científica ha demostrado de forma convincente que las plantas que crecen en terrenos de buena calidad, con una adecuada concentración de vitamina B12, absorben fácil y rápidamente este nutriente. No obstante, las plantas sembradas en campos “inertes” (suelo inorgánico) pueden ser deficientes en vitamina B12”.

En aquellos tiempos no existía la separación entre análogos estructurales (enlace en inglés). Leemos en la Wikipedia lo siguiente: “Las verduras que se conservan mediante fermentación láctica, algunos tipos de algas y de leguminosas, como guisantes, judías y lupinos, los zingiberales, como el jengibre, contienen coenzimas B12, aunque en pequeñas cantidades. Asimismo, algunas setas comestibles, especialmente el champiñón común, contendrían una reducida cantidad de vitamina B12”.

La Wikipedia alemana continúa diciendo, en la entrada sobre cobalamina, que la spirulina, con 57 µg, proporciona aproximadamente la misma cantidad que el hígado de ternera. De forma que 10 g de spirulina diarios serían suficientes para garantizar las necesidades. Sin embargo, se trata de una información incorrecta sobre análogos estructurales que incluso disminuiría la absorción de la vitamina B12. En las algas Nori encontramos 15 µg. Mis investigaciones sobre este tema aún no están terminadas.

4. Los genes, por sí solos, no determinan la enfermedad

Funcionan únicamente cuando son activados, o expresados, y la nutrición desempeña un papel esencial para determinar cuáles son los genes expresados, sean favorables o desfavorables.

Campbell señala de nuevo que los genes no activados no tienen ningún efecto sobre nuestra salud. El medio ambiente, y especialmente la dieta, los activan o desactivan.

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EE: Lo que conduce desde la regulación génica a la epigenética con transmisión a los descendientes.

5. La nutrición puede controlar sustancialmente los efectos adversos de los compuestos químicos tóxicos

Se refiere, por ejemplo, a la alarma que se produjo hacia el año 2002 en torno a la acrilamida, un compuesto que se encuentra en las patatas procesadas mediante calor y que tiene un efecto cancerígeno.

Sin embargo, estas patatas procesadas a elevadas temperaturas producen, según Maillard, unas 450 reacciones de Maillard que, a su vez, generan inflamaciones celulares.

Asimismo, incluye un interesante texto sobre la expresión génica. No queremos escuchar que nuestros alimentos favoritos constituyen un problema que se debe únicamente a su contenido nutricional. (P. 269).

6. La misma nutrición que previene la enfermedad en sus estadios tempranos (antes del diagnóstico) puede también detenerla o revertirla en sus estadios más avanzados (después del diagnóstico)

Algunos hallazgos de las investigaciones realizadas demuestran que, mediante una dieta vegetariana y de alimentos integrales, es posible conseguir que remita una enfermedad cardíaca avanzada, que las personas obesas logren perder peso y que los diabéticos puedan prescindir de su medicación y retornar a una vida más normal, como la que llevaban antes de contraer la dolencia.

La investigación ha demostrado también que un melanoma avanzado –el cáncer de piel que puede producir la muerte– se puede atenuar o revertir modificando el estilo de vida.

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En el año 1978, tuve la ocasión de conocer a la esposa de un crudivegano. Quise saber por qué el cocinero de la clínica Bircher-Benner (enlace en inglés), accediendo a mi petición, se alegraba de poder prepararme una comida crudivegana, a pesar de que eso le suponía más trabajo. Yo no tomaba la denominada alimentación del cáncer cuando estaba cocinada.

Me invitó a su casa y me presentó a su familia. El cambio en su forma de alimentación se había producido cinco años antes, cuando detectaron a la que entonces era su amiga un melanoma maligno con numerosas metástasis. Calculé que la edad de ella rondaría los 25 años. Normalmente, cuando se alcanza este estadio de la enfermedad, se fallece a los pocos meses. Sin embargo, ella logró recuperar la salud gracias a un cambio de dieta radical y permanente adoptando una alimentación totalmente crudivegana. Más tarde, conocí a un austriaco de 35 años que también pudo curarse con un cambio de dieta. Al menos, no encontraron ninguna señal de su enfermedad en la sangre. Pero, nada más restablecerse su salud, el joven retornó a sus antiguos hábitos de alimentación y falleció, según me temía, al cabo de poco más de un año. El mismo cáncer había regresado.

La mujer, en cambio, conservó definitivamente su salud, al igual que me sucedió a mí tras superar el linfoma de células de manto en fase 3 que me habían diagnosticado. En aquella época se trataba de una enfermedad incurable, hoy en día existe una reducida posibilidad de curación mediante el trasplante de médula ósea.

7. La nutrición que es benéfica para una enfermedad crónica promoverá la buena salud general

El autor hace de nuevo hincapié en que una dieta saludable resulta beneficiosa para todo tipo de enfermedades ya que sus efectos no son selectivos. En realidad es algo lógico.

No obstante, la editora de una editorial con la que Campbell se puso en contacto le recomendó que incluyera un plan dietético diferenciado para cada una de las enfermedades, lo que haría que el libro se vendiera mejor, o incluso que pudiera comercializarse.

8. La buena nutrición promueve la salud en todas las áreas de nuestra existencia

Todas las partes están interconectadas.

El proceso de comer acaso sea el encuentro más íntimo que tenemos con el mundo; se trata de un proceso en el cual lo que ingerimos se convierte en parte de nuestro cuerpo. (…) las personas tienen más energía cuando se alimentan de forma adecuada. Esta sinergia entre nutrición y actividad física es verdaderamente significativa y constituye una evidencia de que estas dos partes de la vida no están aisladas. (…) También sabemos que la actividad física tiene un efecto sobre el bienestar emocional y mental. (P. 273).

2.12. Cómo comer (p. 276)

El autor se muestra contrario a las privaciones en la comida y a los complejos regímenes para adelgazar, que de todos modos solamente provocan un efecto yo-yo. Mi consejo es que intentes eliminar todos los productos animales de tu dieta, pero sin obsesionarte, nos recomienda. De todos modos, es preferible realizar un cambio radical en la forma de entender la alimentación porque hacerlo a medias requiere mucha más energía. Opina que es más efectivo intentar un cambio completo con el objetivo de realizar una prueba durante un mes: Prueba un mes. Has estado comiendo hamburguesas con queso durante toda tu vida; no te morirás si no las comes durante un mes. (P. 280).

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En mi opinión, se necesitan tres meses –sin excepciones– para que el sentido del gusto se modifique. Más información sobre lo que ocurre con la sal en la reseña sobre el libro de Michael Moss "Sal, azúcar y grasas", o directamente en el libro. El autor recomienda realizar un análisis de sangre antes y después.

Campbell señala que los numerosos alimentos vegetales y las hierbas aromáticas y culinarias hacen posible una alimentación variada y sabrosa sin necesidad de utilizar otros ingredientes, como pasta, etc.

Consejos para facilitar el cambio de alimentación

El sistema digestivo, especialmente si se consumen muchos alimentos crudos, debe comenzar por adaptarse a la nueva dieta. Tampoco debe contarse con demasiado apoyo por parte de la familia o de otras personas, ya que muchas se sienten amenazadas por aquellas que han decidido vivir de un modo vegetariano o vegano.

Además, el autor incluye una serie de consejos para facilitar el cambio de alimentación, como por ejemplo, comprar libros de recetas con menús que sean apetitosos y sencillos de preparar. Y menciona una receta de un guiso de cacahuetes del oeste africano como idea.

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Las ensaladas de los restaurantes no suelen ser excesivamente apetitosas y ricas en nutrientes. Los platos que se comen fuera suelen estar demasiado salados, salvo que se den instrucciones precisas a los cocineros, al menos según mis experiencias cuando como platos cocinados.

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\"Apio© CC-by 2.0, Denis Barthel, Wikipedia

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Existen docenas de plantas culinarias que pueden utilizarse para cocinar o para preparar los alimentos.

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En consecuencia, los platos veganos pueden ser verdaderamente sabrosos.

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En estos enlaces de la Wikipedia en inglés y alemán encontrará una extensa lista y unas 30 fotografías de plantas culinarias y aromáticas.

¿Por qué nunca habías oído hablar de esto?

Las personas que se enfrentan por primera vez a estas cuestiones se sorprenden con frecuencia porque lo que han podido escuchar en general es justo lo contrario, es decir, que la leche y la carne son prácticamente los mejores alimentos. El autor explica los motivos y comienza con esta argumentación: Como comprobarás, una gran parte del tema está gobernada por la regla de oro: el que tiene oro impone las reglas. Existen industrias poderosas, influyentes y enormemente acaudaladas que comenzarán a perder enormes cantidades de dinero si a los norteamericanos se les ocurre adoptar una dieta vegetariana.

También piensa que las empresas no financian a los científicos para que falseen los datos y actuaciones similares: La situación es mucho peor que eso. Todo el sistema –el gobierno, la ciencia, la medicina, la industria y los medios– se interesa más por los beneficios que por la salud, antepone la tecnología de los alimentos y prefiere la confusión a la claridad.

2.13. El lado oscuro de la ciencia (p. 287)

El autor menciona la situación de desesperanza de las personas que sufren un cáncer en estado avanzado y cómo los norteamericanos gastaron, en los años 1970, mil millones de dólares anuales en diferentes “pociones mágicas”.

“Cuento” que se mantiene

Nos relata, como un ejemplo de “cuento” que se mantiene, la historia del amigdalina, que se recomienda aún hoy como vitamina B17, solamente por motivos económicos y sin base científica alguna.

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En el enlace anterior sobre la amigdalina pueden obtenerse más detalles. Desde hace décadas y todavía hoy, se escriben libros sensacionalistas como “La revolución de la medicina del cáncer” en relación con una sustancia que se ha demostrado que no funciona.

Colin Campbell repasa brevemente su etapa laboral en los organismos de ámbito intermedio de los Estados Unidos. El autor explica en las siguientes páginas cómo fueron sus años trabajando ahí y cómo funciona ese mundo.

Cómo funciona ese mundo

Un ejemplo de estos es la Federación de Sociedades Americanas para la Biología Experimental (Federation of American Societies for Experimental Biology and Medicine, FASEB; enlace en inglés). En la actualidad cuenta con 26 organizaciones miembro y por aquel entonces reunía a más de 20'000 científicos.

También trabajó para dos de estas sociedades en un comité sobre cuestiones de nutrición y farmacología. Especialmente activa fue su labor a finales de 1970 en el Instituto Americano de Nutrición (American Institute of Nutrition, hoy denominada American Society of Nutritional Sciences, ASN; enlace en inglés).

Mi tarea principal residía en presidir un comité de científicos que investigaba los peligros principales del uso de suplementos de nutrientes, y había sido contratado por la Administración de Alimentos y Medicamentos.

Eran los años en los que reinaban los desencuentros sobre la “alimentación correcta”. La industria deseaba rebatir el Informe de McGovern (enlace en inglés) de 1977. El senador George McGovern, opositor de la guerra de Vietnam, presidía un comité encargado de establecer un programa de nutrición saludable para el país.

La Academia Nacional de Ciencias (National Academy of Sciences, NAS), estaba muy influenciada por las industrias de la carne, los lácteos y los huevos. (P. 291).

Campbell era, de los 18 miembros del comité, el único que no mantenía relaciones con el mundo de las empresas alimentarias y farmacéuticas, y sus alianzas comerciales.

Además, algunos de sus colegas se beneficiaban de espléndidas ventajas, incluidos billetes de avión en primera clase y buenos honorarios por sus servicios de consultoría pagados por empresas de productos de origen animal. (P. 293).

El autor compara la situación con la problemática del tabaco y la salud, cuando miles de profesionales de la salud salieron vigorosamente en su defensa y apoyaron su consumo de forma incondicional.

En los Estados Unidos existen numerosas organizaciones que cuentan, en parte, con enormes presupuestos para ofrecer información sobre la alimentación. ¿Es este el motivo que explica la pésima forma de alimentarse de los estadounidenses en comparación con otros países?

Campbell finaliza con las siguientes conclusiones:

Únicamente alguien que esté familiarizado con los mecanismos internos del sistema puede distinguir las posturas sinceras, fundamentadas en la ciencia, de las opiniones falsas basadas en intereses personales. (…) Con frecuencia se privilegia el dinero, el poder, el ego y la protección de los intereses personales por encima del bien común. Y para conseguir esos fines solo hay que realizar unas pocas acciones ilegales, o acaso ni siquiera sean necesarias.

Sólo podemos comprender esta última afirmación de Campbell tras la lectura de las 20 páginas de este capítulo. Me sorprende su capacidad para narrarlo de forma neutral y tranquila, como si se tratase de una noticia más, cuando lo que descubrimos es una situación dramática para los EE.UU. Véase en este sentido la reseña del libro "Mentiras, lobbies, alimentos" que analiza unas condiciones bastante similares en Europa.

2.14. Reduccionismo científico (p. 307)

El autor nos indica la manera en que puede simplificarse el contenido de un informe para que pueda resultar comprensible en los ámbitos más variados.

Asimismo menciona que, a pesar de haber señalado que las recomendaciones sólo debían aplicarse a los alimentos, como fuentes de nutrientes naturales, p. ej. vitaminas, etc., enseguida comenzaron a comercializarse complementos alimenticios de los diferentes nutrientes en forma de comprimidos. Hace referencia a un producto denominado Healthy Greens, un suplemento vitamínico que contenía vitaminas A, C y E, betacarotenos, selenio y un minúsculo medio gramo de vegetales deshidratados. (P. 307).

Compromiso

Este producto condujo a una batalla legal de un año de duración entre la Comisión Federal de Comercio (Federal Trade Commission, FTP) y el grupo de empresas comercializadoras GNC. Campbell colaboró como experto en la citada comisión federal.

No obstante, pese a lo claro del caso, el grupo empresarial GNC logró alcanzar un compromiso que se saldó con el pago de una multa de un importe ridículo en relación con los beneficios obtenidos.

El informe redactado por el comité nacional en 1982, con la contribución de Campbell, solamente se dio a conocer en su forma menos mordaz.

Por ejemplo, en relación con el porcentaje de grasas en la alimentación, el director del Laboratorio de Nutrición del USDA (United States Department of Agriculture) explicó que:

Si nos proponíamos reducir las grasas por debajo del 30%, los consumidores se verían obligados a reducir la ingesta de alimentos de origen animal, y esto sería lo mismo que firmar el acta de defunción de nuestro informe. (P. 309).

A continuación, el autor describe el sinsentido de un informe que, en el año 1976, reunió los datos obtenidos entre 120'000 enfermeras con el objetivo de investigar la relación entre varias enfermedades y los anticonceptivos orales, las hormonas posmenopáusicas, el tabaco y otros factores, como por ejemplo, los tintes para el cabello. A principios de 1980, el profesor Willett añadió al estudio un cuestionario sobre la dieta y, cuatro años más tarde, amplió este cuestionario incluyendo más productos alimenticios.

Estudio de Salud de las Enfermeras

La recogida de información se repitió en los años 1986 y 1990. El resultado fue la obtención de datos durante más de dos décadas con un coste de entre 4 y 5 millones de dólares al año.

Este estudio de cohorte prospectivo cosechó gran importancia. Frank E. Speizer y Walter C. Willett (enlace en inglés) están considerados como los promotores del Estudio de Salud de las Enfermeras (Nurses’ Health Study; enlace en inglés). Willett también escribió el libro “Eat, Drink and Be Healthy” (Come, bebe y conserva la salud).

Campbell critica con gran severidad este estudio y lo argumenta adecuadamente. Por ejemplo, el programa nacional de comidas escolares del USDA considera las patatas fritas como un producto vegetal.

La dieta de las enfermeras era muy rica en alimentos de origen animal y superaba en general la del estadounidense medio. Su ingesta media de proteínas duplicaba la cantidad diaria recomendada, que oscila entre un 9 y un 10 %. Además, entre el 78 y el 86 % de las proteínas procedían de productos de origen animal. Por otro lado, las enfermeras consumían muy pocos alimentos integrales y vegetarianos. El significado de todos estos datos los ilustra con un gráfico de Carroll de 1975.

Los grupos de enfermeras participantes en el estudio no eran nada homogéneos. En el grupo que registraba un mayor consumo de grasas, el 50-55 % de calorías procedían de estas. Las enfermeras que consumían menores porcentajes de grasas lo hacían sencillamente consumiendo carnes magras, p. ej., aves y pescado, así como crackers “light” y comida basura baja en grasa, como patatas fritas de bolsa y galletas.

Por estos motivos, las diferencias sobre la salud eran muy escasas, aunque las diferencias en los porcentajes de grasas fuesen bastante elevadas.

Lógicamente, esto conduce a conclusiones erróneas. Los estudios que se realizan en torno a una sustancia única no desvelan la verdad. En cambio, en El Estudio de China los resultados sí presentan una realidad generalizada.

El autor demuestra una serie de falsas conclusiones a las que se llegan a partir de este tipo de estudios que tanto critica. Sólo un ejemplo: No hallamos ninguna asociación significativa entre la ingesta de carne y de productos lácteos, y el riesgo de contraer cáncer de mama. Se trata de una afirmación que resulta lógica en un estudio como este, que, por otro lado, ha costado más de 100 millones de dólares.

Campbell describe su batalla contra los molinos de viento y publica en este sentido un intercambio de correspondencia con Willett y el Dr. Hu. En una conversación personal con Willett, este le respondió lo siguiente: Usted puede tener razón, Colin, pero no es eso lo que quiere el público en general. (P. 328).

2.15. La "ciencia" de la industria (p. 331)

El autor hace referencia al poder del sector económico indicando una serie de cifras sobre sus volúmenes de negocio que no repetiré, ya que en mi reseña sobre el libro "Sal, azúcar y grasas" incido ampliamente sobre este problema, así como en las cifras.

Igualmente, indica un gran número de grupos industriales que trabajan para aumentar la demanda general de sus propios productos. (…) las más poderosas tienen presupuestos anuales de cientos de millones de dólares.

Campañas publicitarias

Un grupo de científicos, bajo la dirección de los profesores E. M. Foster y Michael Pariza, reunidos en un comité financiado por la industria cárnica y de productos lácteos, recibió el encargo de vigilar a las personas e instituciones con proyectos potencialmente “perjudiciales” para su industria.

El grupo lácteo Dairy Management Inc. dedicó un presupuesto de marketing anual de más de 165 millones de dólares con el objetivo de aumentar la demanda de productos lácteos. Su público objetivo era sobre todo las madres y los niños pequeños. Campbell describe algunas de sus campañas publicitarias.

Al público y a la prensa les gustan los eslóganes cortos como prevenir el cáncer bebiendo leche de vaca. Resulta atractivo, a pesar de no tener ningún fundamento. Campbell ilustra los “ganchos” utilizados por los profesores Bauman y Pariza con la historia del CLA (ácido linoleico conjugado).

En 1995, poco después del descubrimiento de un nuevo carotenoide –el licopeno– se informó que un consumo mayor de tomates o de alimentos que los contienen, como las salsas para pasta, reducían el riesgo de contraer cáncer de próstata. Esto condujo inmediatamente a una oferta y a una demanda de nuevos suplementos alimenticios.

Por otro lado, las organizaciones que promocionan los cítricos alaban con éxito su contenido en vitamina C. En cambio, para otros alimentos naturales que contienen incluso más vitamina C no existen lobbies. Por este motivo, seguro que usted considera que los cítricos son los mejores suministradores de vitamina C. (P. 347).

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En este sentido, Campbell presenta algunos ejemplos. La papaya contendría, con 80 mg/100 g, cuatro veces más vitamina C que las naranjas; algo que no es totalmente cierto, ya que las naranjas y los limones contienen unos 50 mg/ 100 g, es decir, bastante menos pero no cuatro veces menos.

Para el pimiento (Capsicum, chile), con un 0,1 – 0,4 de porcentaje sobre el peso, sí es correcto. Pero también tenemos las coles de Bruselas con 112 mg en crudo, la col rizada con 105-120 mg, el hinojo con 93 mg, la coliflor con 69 mg, el colinabo con 65 mg o las espinacas con 40-150 mg, que presentan unos contenidos en vitamina C superiores a los de las naranjas. Entre las frutas, es la acerola (o semeruco), al menos su zumo, la que más vitamina C contiene, ¡entre 1'400 y 4'500 mg! El escaramujo es más conocido con 1'250 mg, es decir, 25 veces más que los cítricos, seguido del espino amarillo con 450 mg y las grosellas con 177 mg.

Volviendo al libro "El Estudio de China": es cierto que las fresas y los fresones, con sus 64 mg, y el brócoli (crudo 115 mg, cocido 90 mg) contienen más vitamina C que las naranjas, no así los guisantes con sus 41 mg en lugar de los 50 mg de los cítricos. ¿Entiende usted ahora a lo que me refiero con los lobbies? ¿O ya lo sabía?

2.16. ¿Está el gobierno a favor de los ciudadanos? (p. 350)

Lo han dicho los paneles de expertos del gobierno, y también los cirujanos generales y los científicos académicos. Hay más muertes causadas por una dieta inadecuada que por el tabaco, por accidentes, o por cualquier otro factor medioambiental o relacionado con el estilo de vida.

El autor nos explica el modo de actuación del gobierno en la práctica. El sinsentido que impera lo refleja mediante varios ejemplos obtenidos del informe publicado en el año 2002: Para satisfacer las necesidades energéticas y nutricionales diarias del organismo y, al mismo tiempo, reducir el riesgo de enfermedades crónicas, los adultos deberían obtener entre un 45 y un 65 % de sus calorías de los hidratos de carbono, entre un 20 y un 35 % de las grasas y entre un 10 % y un 35 % de las proteínas.

(…) los azúcares añadidos no deberían superar el 25 % de las calorías totales consumidas (…) los azúcares añadidos se incorporan a los alimentos y bebidas durante el proceso de producción.

Ejemplos adicionales

Campbell menciona en "El Estudio de China" y en relación con el citado informe lo siguiente: En él se afirma que podemos consumir una dieta que contenga un 35 % de calorías en forma de grasas, como máximo. Esto supera el límite del 30% recomendado en informes anteriores. Nos aconseja también consumir hasta un 35 % de las calorías en forma de proteínas, un porcentaje muy superior al sugerido por otras autoridades en la materia. La última recomendación es la guinda del pastel, por así decirlo.

A tenor de los hallazgos de El Estudio de China, uno no puede dejar de escandalizarse cuando ve cómo funcionan las cosas. A continuación, el autor explica los motivos y culmina diciendo que las recomendaciones del informe supuestamente ayudan a reducir el riesgo de padecer enfermedades crónicas.

Según estas recomendaciones, el siguiente menú correspondería a sus indicaciones:

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Este menú contiene solamente 1'800 calorías, pero no tiene nada de saludable.

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Si bien en la edición en español del libro se nos habla de pizza con pimientos, en realidad se trata de una pizza de ”pepperoni”.

Según la Wikipedia: “El pepperoni es un tipo de embutido parecido al salami. No es un ingrediente común en las comidas de estilo italiano porque se tradujo mal. Peperoni en italiano es el plural de peperone que es el pimiento en español. El nombre correcto sería salsiccia picante debido a su sabor fuerte y picante que le agrega a los diferentes platos en que se utiliza, como por ejemplo la pizza”.

¿Qué sería lo correcto? El cuerpo necesita una ingesta mínima de proteínas entre un 5 y un 6% del total de calorías. Sin embargo, los científicos responsables recomiendan entre un 9 y un 10 % para garantizar un margen de seguridad también en el caso de una composición inadecuada.

Aproximadamente en la misma época, la Organización Mundial de la Salud (OMS), teniendo como portavoz al profesor Phillip James, estuvo a punto de determinar que el límite superior seguro para el azúcar añadido era de un 10 %.

Según el periódico “Guardian”, de Londres, la industria azucarera estadounidense estaba amenazando con “llevar a la OMS al borde del desastre” a menos que esta abandonara las indicaciones referidas a los azúcares añadidos. A pesar de todo, se establecieron una serie de recomendaciones diferenciadas. (P. 356).

El autor incluye ejemplos adicionales sobre este tipo de compromisos, así como sobre sus efectos y sus consecuencias, que nos han postergado durante años.

Para finalizar este apartado, describe un ejemplo positivo, el de la doctora Antonia Demas, con sus 300 programas de comida escolar y de terapia del comportamiento, bajo el nombre de “Food is Elementary” (La comida es elemental). Un programa de alimentación que contrasta con los requerimientos gubernamentales para que los colegios incluyan leche de vaca, así como una utilización mayoritaria de alimentos de origen animal. (P. 365).

2.17. ¿La salud de qué personas está protegiendo la gran medicina? (p. 367)

El autor plantea la siguiente pregunta: ¿Por qué el sistema médico no trata con seriedad el tema de la nutrición? Cuatro palabras: dinero, ego, poder y control. No se refiere a los médicos en particular, sino al sistema en el que trabajan y que debería asumir la responsabilidad de promover la salud de las personas.

A continuación, nos describe la historia de un prominente cirujano, el Dr. Esselstyn. Tras la lectura del libro “The McDougall Plan” (El programa McDougall) del Dr. John McDougall, se dio cuenta de que los pacientes a los que intervenía consumían elevadas cantidades de carne, grasas y alimentos refinados.

La formación de los médicos en lo que se refiere a nutrición es prácticamente inexistente

Cuando un paciente le sugirió a su cardiólogo, defensor de la doctrina médica oficial, que deseaba participar en el programa de salud de Esselstyn, le respondió: Escuche lo que voy a decirle: no hay ninguna forma de revertir esta enfermedad.

Esselstyn opina que el problema reside en la enseñanza y en la formación continua. Ninguna empresa importante puede estar interesada en la alimentación natural. Esta situación es peligrosa. Y no porque la formación de los médicos en lo que se refiere a nutrición sea inapropiada, sino porque es prácticamente inexistente. (…)

¡Y las cosas no hacen más que seguir empeorando! Cuando se enseña nutrición en relación con los problemas de salud pública, ¡adivina quién es el proveedor del material educativo! El Instituto Dannon, la Junta Nutricional de Huevos, la Asociación de Ganaderos de Carne Vacuna, el Consejo Nacional de Productos Lácteos, Nestlé Clinical Nutrition, los laboratorios Wyeth-Ayerst, la empresa Bristol-Myers Squibb, la corporación Baxter Healthcare y otras empresas y organizaciones que han unido sus esfuerzos para elaborar un programa de nutrición en medicina y una iniciativa para incluir la nutrición en los programas de estudios de medicina. (P. 375).

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El Instituto Dannon fue creado y “alimentado” por el gigante de los productos lácteos Danone. La multinacional genera una facturación de más de 15'000 millones de euros y cuenta con unos 81'000 trabajadores.

La industria productora del huevo sabe aprovechar la Wikipedia en su beneficio, lo que puede comprobarse en sus publicaciones en español, inglés y alemán.

Al igual que hacen la NCBA (industria de la carne; enlace en inglés) o la Dairy Management Inc. (enlace en inglés) en la industria de los lácteos.

Wyeth es una empresa farmacéutica con una facturación de 22'000 millones de dólares, adquirida por Pfizer (60'000 millones de dólares de volumen de negocios) con un beneficio de 15'000 millones.

Bristol-Myers Squibb, del mismo sector, generó una facturación de 18'800 millones de dólares en el año 2009 con un beneficio neto de 10'600 millones.

Baxter International (enlace en inglés) hace sus negocios con los problemas de riñón de las personas.

Entendemos así por qué los médicos recomiendan consumir leche cuando se padece osteoporosis. La ignorancia de los médicos en el área de la nutrición es sorprendentemente dañina para la salud.

Campbell también menciona algunas excepciones como, por ejemplo, la trayectoria del Dr. John A. McDougall (enlace en inglés), que sufrió un derrame cerebral a los 18 años y que después de recuperarse comenzó a valorar la vida de un modo diferente. Resulta particularmente interesante su experiencia como médico residente enfrentado al “establishment” que estuvo a punto de costarle su carrera de medicina. (P. 379; EE: Después prácticamente se alimentó de un modo vegano, Wikipedia).

A continuación describe, en el apartado “Adictos a los medicamentos”, cómo las farmacéuticas contratan a empresas de relaciones públicas y comunicación para que redacten artículos científicos y para que encuentren investigadores dispuestos a figurar como autores de dichos estudios. (P. 381).

El 20 % de todos los medicamentos de reciente aparición tiene graves efectos secundarios desconocidos, y más de 100'000 estadounidenses mueren al año por tomar correctamente la medicación adecuada que les ha recetado su médico. (P. 384).

En las páginas siguientes, el autor relata los destinos de ambos médicos, los doctores McDougall (véase su web en inglés www.drmcdougall.com) y Esselstyn, que han seguido unas trayectorias de éxito, pero con unos tratamientos no exactamente conformes a la medicina convencional. No obstante, después de que el éxito obtenido por curar a los pacientes con un enfoque basado en la nutrición haya generado grandes titulares, tanto a Esselstyn como a McDougall les han prohibido volver a formar parte de la medicina oficial.

En unos párrafos anteriores, Campbell menciona lo siguiente: Ahora se está produciendo una situación interesante: tal como sucedió con el doctor McDougall, muchos de los “pesos pesados” de la clínica aquejados de enfermedades cardíacas han acudido a Esselstyn para que les recomendara el tratamiento que debían seguir y les aconsejara sobre los cambios que debían introducir en su estilo de vida. Ellos saben que su método funciona y buscan voluntariamente su ayuda. (P. 390).

2.18. Historias que se repiten (p. 392)

En el año 1985, mientras Campbell disfrutaba de un año sabático, tuvo la oportunidad de descubrir libros muy interesantes en la Biblioteca Bodleiana (Bodleian Library) de Oxford, así como en las bibliotecas londinenses del Colegio Real de Cirujanos (Royal College of Surgeons, RCS; enlace en inglés) y del Fondo Imperial para la Investigación del Cáncer (Imperial Cancer Research Fund, hoy denominado Cancer Research UK; enlace en inglés).

Uno de los autores de estos libros es George Macilwain (1797-1882), un prominente cirujano de principios del siglo XIX. A la edad de cuarenta años decidió adoptar una dieta vegetariana después de descubrir que “la grasa, los aceites y el alcohol” eran las principales causas del cáncer. (EE: véase la avanzada edad que alcanzó para aquella época).

Este cirujano describió el concepto de naturaleza constitucional de la enfermedad y defendía que las enfermedades no eran el resultado del deterioro de un determinado órgano o de una determinada célula, sino que se producían por el deterioro de múltiples sistemas orgánicos.

Hace 2.500 años, Platón y Sócrates ya lo sabían. Campbell menciona el diálogo entre Sócrates y Glaucón, en el que los argumentos de Glaucón son especialmente significativos. Pero también Frederick Ludwig Hoffman (enlace en inglés), hombre clave en la fundación de la Sociedad Americana del Cáncer (American Cancer Society) defendió la alimentación como el medio principal para prevenir y tratar las enfermedades.

Para finalizar, Campbell resume muy brevemente sus numerosos argumentos y demuestra que la mayor parte de la población de los Estados Unidos está “enferma”. Para ello añade 15 cifras sobre el estado de salud de los norteamericanos que resultan impresionantes. Y en Europa estamos recorriendo el mismo camino…

3. Acerca del libro

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TítuloEl Estudio de China
SubtítuloEfectos asombrosos en la dieta, la pérdida de peso y la salud a largo plazo
Autor(es) \t\t\t

Dr. T. Colin Campbell; Dr. Thomas M. Campbell II

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EditorialBenBella Books, Inc., Dallas, Texas, EE.UU.
Publicación2012
Páginas481, tamaño mediano
ISBN978-1-935618-78-2
ComentarioTítulo original, 2005: The China Study. The most comprehensive study of nutrition ever conducted and the startling implications for diet, weight loss and long-term health
Traducido porEditorial Sirio

Para el lector, puede resultar algo presuntuosa la forma en que el autor presenta sus numerosos estudios y menciona sus extraordinarias distinciones. Sin embargo, en el campo de la nutrición se acumulan tantos “especialistas” y charlatanes que tales menciones resultan imprescindibles. ¿Cómo si no podría ponderar correctamente el lector estas inhabituales y sorprendentes afirmaciones?

De todos modos, le ha faltado incluir esta explicación. A pesar de todo, estamos leyendo la obra de un reconocidísimo científico de alto nivel, cuyos hallazgos se basan en estudios de enorme amplitud. Estos se realizaron conjuntamente con dos universidades norteamericanas y con un gran número de profesores. Como autor o colaborador ha redactado 350 informes científicos que incluyen amplios estudios sobre humanos y sobre animales. La colaboración en China para la realización de "El Estudio de China" comenzó a principios de 1980.

Resumen de la descripción en Amazon

La Wikipedia alemana incluye una entrada sobre el libro en el enlace The China Study que, tal y como se describe en otro apartado, está fuertemente influenciada por la industria de la alimentación.

En cambio, la Wikipedia en inglés (The China Study) presentan la obra de un modo mucho más completo y desde un punto de vista diferente. Parece que en este idioma la opinión de la industria alimentaria no se ha dejado sentir, porque las controversias sobre la cuestión se plantean de una forma neutral.

En la alemana Amazon.de se describe el libro con las palabras que traducimos a continuación:

¡Mantenerse sano y dejar vivir a los animales!

Incluso unas pequeñas cantidades de productos de origen animal pueden tener efectos perjudiciales para nuestra salud. En este libro encontrará una respuesta científica y documentada sobre dicha cuestión. Si todos nosotros supiésemos lo que la ciencia considera demostrado desde hace tiempo... ¡que existe una relación directa entre nutrición y el desarrollo de enfermedades crónicas!

El famoso investigador sobre temas de alimentación T. Colin Campbell llevó a cabo el conocido como "El Estudio de China", el estudio sobre nutrición, estilo de vida y enfermedad más completo de la historia de la investigación biomédica. En la investigación participaron dos universidades occidentales, así como la Academia China de Medicina Preventiva.

Este estudio demuestra las relaciones evidentes entre una alimentación rica en proteínas de origen animal y la aparición de enfermedades crónicas. Para fundamentar las ventajas de la dieta vegana, los autores analizaron cientos de estudios adicionales de otros nutricionistas. Sus resultados se reúnen en este libro de un modo comprensible e ilustrativo.

Nuestro comportamiento alimenticio influye sobre nuestra salud, así como en la aparición del cáncer, enfermedades cardiaco coronarias, diabetes, obesidad y enfermedades autoinmunes como la arteriosclerosis múltiple y el reúma. Los autores nos ofrecen consejos concretos para combatir con éxito los daños en la salud y las enfermedades crónicas mediante una alimentación vegana.

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